María modelo para los creyentes

María modelo para los creyentes

En el anunciamiento del ángel Gabriel a María, le dice favorecida, bendita y llena de la gracia de Dios, pero incluso así, María se siente turbada ante la presencia y mensaje del ángel, sin embargo ella fue como mucho héroes de la fe en la historia de la biblia, encontrada conforme al corazón de Dios, digna de toda gracia, es decir el favor, misericordia y amor del Señor, porque entre las cosas que guardaba en su corazón (que es lo que Dios ve), se hallaba humildad y obediencia, características fundamentales de cualquiera que se diga llamar creyente.

Jesucristo fue concebido combinando la humanidad de María y la semilla de Dios, por medio de su Espíritu Santo, ya que era necesario que Dios se hiciera humano, y con todo lo que esto implica, para que un humano, perfecto, sin pecado, sin mancha, en una vida santa, fuera el que realizara la máxima paga del pecado de la humanidad.

Regresando a María, cuando ella responde al ángel “¿Cómo será esto?, pues no conozco varón.” Si leemos con cuidado en ningún momento el ángel reprende de ninguna manera a María, ya que esta pregunta surge del corazón de María de la sorpresa y NO de la duda o falta de fe.

Ya una vez que María comprendió lo que estaba sucediendo, su respuesta fue de alabanza (Magníficat), reconociendo a Dios como Salvador y reconociendo su necesidad plena de un Salvador y necesitada de la gracia de Dios para su salvación.

En este pasaje lo que sobresale además del milagro de la concepción del Salvador, claro está; es en María en su condición humana, el profundo sentido de humildad y obediencia, siendo el modelo a seguir en actitud de corazón de cada creyente, así que nuestras mayores características y testimonio reflejado deben ser estas cualidades a demostrar con nuestros semejantes, como fruto de lo que Jesucristo nuestro Señor y Salvador ha sembrado en nosotros a través de su Palabra.

Señor mi oración es porque como semilla que hecha profunda raíz al germinar, así tu Palabra lo haga en mi corazón, y genere el fruto del Espíritu Santo en mí, para poder dar testimonio a los que me rodean, de tu amor, misericordia, ser reflejo de humildad, servicio y obediencia a ti.

Y como María te dijo, he aquí el siervo del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.