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El Silencio es oro

  • Foto del escritor: Esteban alfaro
    Esteban alfaro
  • 14 feb 2018
  • 1 Min. de lectura

En el camino a la tierra prometida el pueblo de Israel tuvo que conquistar la ciudad de Jericó, la cual estaba toda amurallada, con paredes inmensas, gruesas, altas, hechas de piedra. No había manera alguna de poder entrar.

Fue entonces cuando Dios les dio una orden algo extraña; que durante seis días debían marchar alrededor de esas murallas una vez al día, y en el séptimo día deberían rodearla siete veces.

Además Dios les ordenó que mientras estuvieran marchando se mantuvieran en total silencio.

Dios sabía que después de un par de veces de rodear las murallas empezarían a dudar y comentar que los muros nunca caerían.

Dios evitó que el pueblo pronunciara palabras negativas que los mantendrían alejados de la tierra prometida, frenando la bendición prometida para sus vidas.

De igual forma tenemos que ser sabios al no pronunciar palabras de pensamientos negativos que puedan retrasar las promesas y bendiciones que Dios tiene designadas para nosotros, las cuales llegarán si o si, sin embargo está en nosotros el retardar la entrega de las mismas por parte de Dios, o acelerarlas con palabras de fe, con declaraciones positivas para nuestras propias vidas, y así permitir que Dios actué libremente en nuestras vidas.


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