Amor Ágape
- Esteban alfaro
- 22 ene 2018
- 3 Min. de lectura

Ágape: Este es un amor total, abnegado, dador, que ni demanda ni necesita ser correspondido por la otra persona, por el ser amado. Es un amor desinteresado: dar sin esperar recibir nada a cambio. Es incondicional. ¡Este amor abnegado es la solución divina para los matrimonios compuestos por seres humanos imperfectos!
La única persona que ha exhibido un amor puro ágape, dando un amor total antes de recibir nada a cambio, es Dios.
El amor ágape no es condicional:
—No da un trato a las otras personas, basado en la conducta de ellas. —No muestra atención a las personas en base a su comportamiento. —No piensa que el amor debe manifestarse como una recompensa de la buena conducta.
El Amor de Dios es eterno:
Jeremías 31:3 Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

A finales de los años 80, Lieserl Einstein, hija del célebre genio, donó 1.400 cartas escritas por su padre a la Universidad Hebrea con la orden de no hacer público su contenido hasta dos décadas después de su muerte.
A continuación una de ellas que el mismo Albert escribió para su hija.
“Cuando propuse la teoría de la relatividad muy pocos me entendieron y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te pido, aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti ¡he llegado a la última respuesta!”.
Tu padre: Albert Einstein”.

Dedicado al amor de mi vida, mi esposa Patricia Mora.
Mi compañera de vida, ayuda idónea, la mayor de las bendiciones de Dios para este su servidor,
Después de mi salvación, tu eres mi mayor regalo y tesoro, te amo profundamente, en el amor de Dios, que poco a poco he ido aprendiendo, para aplicarlo en nuestro matrimonio.
Te amo.