top of page

¿Ha tomado en serio su pecado y ha reconocido lo que realmente implica?

  • Foto del escritor: Esteban alfaro
    Esteban alfaro
  • 22 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

La naturaleza del pecado

Engaña. Si seguimos pecando mientras decimos que Dios nos ama y nos comprende, entonces hemos sido engañados, al pensar que no sufriremos las consecuencias.

Decepciona. El pecado siempre promete darnos satisfacción, pero solo trae placer momentáneo. Al final siempre nos decepciona.

Inhabilita. Quienes pecan pierden oportunidades, e incluso, su salud y sus amistades. Asimismo, el cristiano que vive en pecado nunca podrá llegar a ser la persona que Dios dispuso que fuera.

Es depresor. Si una persona vive pecando constantemente, puede llegar a sufrir de depresión. Ni tomar medicamentos, ni asistir a la iglesia podrán ayudar cuando la depresión es producto del pecado. Aunque se trate de ocultar la tristeza, seguirá minando la vida y la vitalidad de quien se niegue a dejar el pecado.

Es demoniaco. El diablo hará todo lo que esté a su alcance para atraparnos en el pecado.

Es destructivo. Aunque el pecado toma muchas sendas, al final conduce a la destrucción de personas, familias, matrimonios, niños, trabajos y futuro.Trae muerte. En ocasiones es una muerte gradual, o puede que llegue inmediatamente; pero la Biblia nos dice que los que pecan morirán (Ez 18.4; Ro 6.23).

Pero la sangre de Cristo en el plan de salvación de Dios es la que nos brinda:

Redención. Fuimos redimidos con la preciosa sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios sin mancha y sin contaminación (1 P 1.18, 19). Redimir significa comprar algo de vuelta. Hemos sido vendidos en esclavitud al pecado como consecuencia de la caída de Adán y Eva; pero Cristo nos compró por medio de su sangre.

Reconciliación. Fue del agrado del Padre reconciliarnos por medio de la sangre que Cristo derramó en la cruz, para presentarnos ante su presencia santos, sin mancha (Col 1.22). Reconciliar significa unir a dos personas que antes eran enemigos. En nuestro caso, fue el pecado el que nos separó de Dios. Sin embargo, al confiar en Cristo como nuestro Salvador, y en su sacrificio, recibimos la oportunidad de tener una relación personal con nuestro Padre celestial.

Justificación. “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Ro 5.8, 9). Justificar significa declarar inocencia. Y, la única manera en la que Dios lo hace es por medio de la sangre de Cristo, derramada sobre los que creen en Él. Quienes rechazan a Jesucristo siguen siendo culpables de sus pecados.

Santificación. Cristo santifica a las personas por medio de su sangre (Heb 13.12). Santificar significa apartar para Dios. Al creer en Jesucristo para salvación, somos inmediatamente santificados. Sin embargo, aunque eso sucede en un momento de nuestra vida, también debe ser visto como un proceso, en el cual el Señor continúa apartándonos para Sí, mientras nos transforma conforme a la imagen de su Hijo.​

​La sangre de Cristo nos limpia cada día del pecado.

Aunque ya hemos sido redimidos, reconciliados, justificados y santificados por medio de la sangre de Cristo, todavía el pecado mora en nosotros, debido a nuestra naturaleza pecaminosa. Aunque esta ya no tiene el poder para dominarnos, hay ocasiones en las que caemos en desobediencia y necesitamos ser purificados. Eso forma parte de nuestra santificación diaria.

De acuerdo a 1 Juan 1.7: “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. Esa expresión implica un proceso continúo de limpieza, el cual es parte de nuestra santificación.

También contamos con la promesa que el Señor nos da en el versículo 9, en donde dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Esta promesa no es una invitación a pecar a nuestro antojo, pensando que solo debemos confesar nuestras desobediencias ante Dios antes de ir a dormir.

Hacer eso significaría no tomar en serio el pecado ni el precio que Jesucristo pagó con su sacrificio.​


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page